martes, 10 de junio de 2014

Crónica

Viajando por las carreteras de la Costa Atlántica.

Mi viaje inició desde mi pueblo natal Belén de Umbría- Risaralda. Una asoleada tarde de enero del presente año, por carretera acompañada por mi familia con destino a Tolú- Coveñas.  Empezando el recorrido por el departamento de Risaralda pasando luego por el municipio de Anserma- Caldas, observando a su vez los bellos paisajes de la región, sintiendo algunos golpes por las carreteras en mal estado pasando por un lado de los potreros llenos de ganado bebiendo agua de sus bebederos ó pozos, alimentándose, ó simplemente disfrutando del viento y el sol ese día allí presentes.
Avanzamos por Río sucio y algunos municipios ó pueblos con sus diferentes costumbres y culturas muy poco conocidas por mí, pero allí existentes. Llegando a la primera parada “La Pintada” donde ya empezaba a caer un poco el sol y se iba refrescando la tarde aprovechando para comer algo y descansar del viaje, y así emprender camino hacia nuestra segunda parada Medellín-Antioquia, donde visitamos algunos familiares y descansamos para poder lograr llegar a nuestro destino. Luego de dos días disfrutando de la cuidad de la eterna primavera, su gente amable, y en general todas sus delicias, continuamos nuestro recorrido con un destino y definido y anhelado.
Y así inicia mi viaje hacia la costa atlántica pasando por los diferentes departamentos (Córdoba, Bolívar, la Costa Atlántica) cambiando el clima y todo el paisaje refrescante, cálido, y muy verde, por uno muy caluroso y a su vez pegajoso, un paisaje seco por tanto calor opacando un poco la naturaleza y muy muerta allí. Luego de muchas horas de viaje y varias paradas empieza la desesperación, ansias, ganas de llegar  y simplemente relajarme, refrescarme y disfrutar del hermoso, grande y azulejo “MAR”. Después de 10 horas de viaje desde Medellín llegué a mi tan anhelado destino Tolú- Coveñas, instalándonos y así empezar a disfrutar,  terminando con  el agotador viaje de tal día.
Al día siguiente comienza la diversión disfrutando del inmenso mar, su playa que a pesar de tantas personas  se encontraba muy limpia  a primera vista ó en medio de mi ignorancia no muy afectada por los turistas.
Después de un largo rato disfrutando de toda esta maravilla decidimos dar un paseo en la llamada “Banana”. Comienza el recorrido adentrándonos en el inmenso mar, atrapado en muchas sensaciones de miedo, alegría, adrenalina por la primera caída. Repentinamente y sin pensarlo caemos al profundo, frío, y picado mar, inicia una sensación de desespero por volver a subir a la banana y ahogada por el sabor salado del agua sin muchas ganas de una nueva caída pero queriéndola. De regreso a la playa continuo con mi tarde de disfrute probando algunas de las delicias de la costa y caminando por los alrededores conociendo la gente las culturas, costumbres que habitan allí. Y así pasaron dos días llenos de buenas experiencias acompañada por mis seres queridos.
Decidimos avanzar aún más y emprendimos nuestro viaje ya esta vez hacia Cartagena de Indias en plena madrugada tratando de llegar a tiempo al Muelle de la Bodeguita y dirigirnos a las hermosas Islas del Rosario en barco. Durante el recorrido en dicho buque  pude observar algunas islas, como los colores del mar iban cambiando dejando ver su belleza, observando solo agua por todos lados sintiendo tranquilidad, paz, y alegría ó entusiasmo por los delfines que pasaban y saltaban a los lados del barco.
Llegamos a las hermosas Islas del Rosario, ingresamos al acuario donde nos  deleitamos con la variedad en peces allí presentes y en especial con la presentación brindada por los tiernos, inteligentes y hermosos delfines. Partiendo de nuevo en el barco hacia Playa Blanca donde nos alimentamos y disfrutamos por unas horas del mar. Ya en la tarde regresamos a la ciudad instalándonos en un hotel y poder descansar para en el siguiente día emprender el viaje de regreso, el cual sería aun más largo y eterno.
Y así es como finaliza mi viaje por las carreteras de la Costa Atlántica  y todas sus culturas, costumbres, su gente, delicias, entre otras. Con la esperanza de algún día regresar.

CRÓNICA VIAJANDO POR LAS CARRETERAS DE LAS COSTA ATLÁNTICA.
DANIELA MONCADA MORALES.


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